اميدوارم سفر خوبي داشته باشم زيرا إز صميمم قلبم و با احترام به ديگران سفر خواهم كرد و اين باعث خواهد شد كه تمامي درها به روي من باز شوند

sábado, 8 de agosto de 2015

My first day in Teherán


Kaixo amigos,

Hoy sin prisas. Mientras desayuno de forma contundente en el Hotel Amir, pienso en que Teherán es una ciudad inabordable para verla en solo día y no quiero sentirme agobiado tratando de
abarcar demasiado, por lo que decido simplemente ir al centro. Con esto será más que suficiente y satisfactorio.

Sobre las 11,30h tomo un taxi para hacer el trayecto, en concreto al Museo de Teherán, que quiero ver en primer lugar. El taxista solo habla farsi. Nos presentamos. Su nombre es Mohammed. Un hombre muy majo de unos 60 años, algo desdentado y simpático. Me deja frente al edificio, tras abonar 150000 riales (unos 4 euros)

La sección que me interesa de éste museo es la pre-islámica. Saco una entrada, cuyo importe es también de 150000 riales. No permiten la entrada de mochilas o bolsas, que obligatoriamente hay que depositar en una consigna gratuita, ubicada frente a la taquilla.


Me ha encantado ver estas maravillosas obras de arte con miles de años, perfectamente conservadas, anticipo seguro de lo que podré ver en Persépolis en los próximos días. Emociona un montón tener ante tus ojos éstas piezas únicas que dan testimonio de culturas antiquísimas... que las personas en general, y las occidentales en particular, vemos como algo ajeno y perdido en el tiempo. Ver y constatar que lo que nos contaron y enseñaron de críos en las clases de Historia era verdad, que está aquí, que no era "un rollo"..., que se puede ver y admirar, no tiene precio. Pienso que hasta la medida del tiempo queda en entredicho ante lo que estoy viendo.





Al salir del museo visito Park-e Shahr, un parque con mucho arbolado y plantas de todo tipo, dedicado a los pájaros. Aquí puedes ver todo tipo de aves, algunas de ellas en cautividad. Otras viven prácticamente libres en el parque. Es un lugar donde se está muy bien, especialmente al mediodía, cuando el calor es muy elevado.


A continuación me dirijo caminando hacia el centro, hacia el Gran Bazaar. Allí, en un lugar de Panzdah-e Khordad Street, me llama la atención un lugar de comidas donde ponen bocadillos. Esta lleno a rebosar, la gran mayoría mujeres revestidas con el chador negro. Es una buena hora para comer y decido hacerlo aquí. Pido un bocadillo de kitchen y una coca-cola. Me da un poco de apuro sentarme a comerlo dentro del local, porque solo hay mujeres, pero lo hago; eso si, en la tangente, por si hubiera que salir corriendo :-)   El bocadillo grande y bueno de verdad. Con razón hay tanta gente.

Amin, Jon

Aquí conozco a Amin, que hace un poco las funciones de "voceador" para atraer clientes y "controller" del restaurante. Es un hombre de unos 30 años. Enseguida trabamos conversación. Va y viene... En la calle, grita: khonak biya!!...khonak biya!!...

Cuando he acabado mi bocadillo se acerca y me invita a una bebida típica iraní de nombre khake shir, que está sencillamente buenísima. Salgo a la calle y tras el aprendizaje correspondiente, yo también "voceo" con él para atraer a los clientes. Enseguida se acerca uno, otro..., y otro.. para ver lo que hace este intruso loco. Con risas, fotos de por medio y una despedida iraní me dirijo a mi próximo destino, la Mezquita Imán Khomeini. ¡Mamnon Amin! 

Esta mezquita revestida de azulejos azules, verdes y amarillos está adosada al Bazaar, de hecho he entrado por uno de los laterales. Con escrupuloso respeto he metido mí calzado en una bolsa al efecto, y con ella en la mano he accedido al interior. Me he situado discretamente entre ellos. A mí alrededor personas cumpliendo con las obligaciones que les impone el Islam y sus creencias. Observo la mezquita, que no es especialmente hermosa y hago alguna foto, aunque soy consciente de su prohibición. Observo también a los fieles... Personas rezando con devoción, pero también hay quién está durmiendo -tal cual- sobre las alfombras. Algún otro cargando el móvil, en los múltiples enchufes que hay en las paredes del recinto religioso. Y también hay quién no me quita ojo...

Con la bendición de Allah ya puedo entrar en el Bazaar. Lo primero que tengo que decir que entrar aquí es entrar en otro mundo, en un universo de tiendas, de sensaciones, de olores... No sé exactamente las dimensiones, pero he leído que la longitud de todas sus calles, repletas de tiendas, alcanza los 10 kilómetros. ¿Entendéis porqué fui primero a la Mezquita? Accedo por la puerta principal. El bullicio es increíble. Pienso que no debo agobiarme, que debo dejarme llevar, y es lo que hago.

A los 10 minutos de entrar, dos chicos de unos 25 años que atendían una de las tiendas reclaman mi atención. Después de hablar un poco, uno de ellos comenta el tamaño de mis manos y me reta a un pulso. La gente va tomando partido..., supongo que por el iraní. Me digo: ¿y porqué no? En un instante nuestros brazos enfrentados estaban apoyados en un taburete. Mucha gente alrededor. ¿que dirán? Mirada a los ojos de mi contrincante y a la lucha. Apenas un minuto me ha durado mi adversario. Luego me invitan a una coca-cola. El que pierde paga..  ;-)




En este lugar conozco a Nasser, uno de los espectadores de la contienda. Se acerca a mí y se presenta. Habla bastante bien español. Es una persona muy simpática y sonriente. Tiene una tienda de alfombras en un lugar cercano y me pide que le acompañe, cosa que hago. Allí nos espera Majid. Me explica que tienen un cliente en España, en San Sebastián. Majid es un comerciante nato. Es la viva imagen del negociante, zorro..., observador y calculador. Trata por todos los medios de persuadirme para que compre una alfombra, sin lograrlo. Amigo Majid, son ya muchos años en Sistemas apretando a los pobres Proveedores... :-)  Por lo demás, las alfombras espléndidas, de todos los tamaños y formas. Y hasta donde yo entiendo, bien de precio.


Majid, Jon, Nasser
Una hora he estado en la tienda. Lo hemos pasado muy bien. Majid y Nasser se han reído mucho con el escurridizo cliente. Me despido con el saludo iraní, después de hacernos unas fotos. Antes de partir, Nasser me facilita una información que más tarde le agradeceré enormemente. La localización de la Mezquita Imán Zadeh Zayd.
¡Mamnoon!

Hacia éste lugar encamino mis pasos. Nada más llegar pregunto a una persona si es posible visitarla. Esta persona resulta ser el Imán. Su nombre Saman. Cojo mi bolsa para el calzado y me acompaña al interior de la Mezquita, acomodándome entre los fieles, junto a una pequeña biblioteca y lo que podríamos llamar el altar, un recinto cerrado de vidrio y barrotes dorados, en cuyo interior hay lo que parece un sepulcro, imagino correspondiente al Imán Zadeh Zayd. Desde este privilegiado observatorio he podido ver de cerca todo el ritual que han ido realizando las personas que están a mi lado. Todo el interior, paredes y cúpulas, está revestido de espejos y vidrios de colores. De cada cúpula cuelgan enormes lámparas, también de vidrio. La Mezquita es sencillamente preciosa en su interior, no tanto en el exterior. Permanezco unos 30 minutos en su interior. Ya en la calle, Saman trata de saber donde me alojo, mí email y algún otro dato. Aquí he tenido que emplear lo aprendido durante años en el arte de la tauromaquia. Nos hacemos una foto y nos despedimos.

Mezquita Imán Zadeh Zayd
Deambulo por el centro, por Panzdah-e Kondad street y la zona del Bazaar. Pido una bebida hecha con melón (muy buena!) y me siento en uno de los innumerables bancos corridos, repletos de gente, simplemente a ver lo que ocurre a mi alrededor. El bullicio es impresionante. Es como un hervidero humano. La babilla se me cae viendo a las personas, lo que venden, lo que llevan en las manos, cómo visten, cómo hablan... Horas muertas podría estar aquí sentado, sin hacer absolutamente nada, solo mirando. No cabe duda alguna de que estoy en Oriente.

Se hace de noche y he de ir al hotel, pero no quiero hacerlo sin conocer una cosa más. Esto es: el Metro. En mí cabeza tengo el esquema del suburbano y al final solo hay dos lineas. No puede ser tan difícil, pienso... Pregunto, me orientan y me dirijo a la taquilla, porque soy incapaz de sacar el billete en las máquinas expendedoras, exclusivamente rotuladas en farsi. Compro un billete hasta la estación Ayatollah Talegani, próxima al hotel donde estoy alojado, que me cuesta 13000 riales (unos 0,35 euros). Tras unos momentos de duda me sitúo en el anden correcto, pero no en el lugar adecuado. Llega el tren y yo intento acceder al mismo por la puerta que tengo frente a mí, pero una mujer enseguida me enseña el camino de "preferente". Amigos, el vagón de cabeza es para las mujeres. Ay! coitado... Esto es como en Europa :-)

Del Metro puedo decir que está bien, tanto en lo que son los trenes, como las estaciones, algunas de ellas decoradas con originales murales.

Cena en el hotel, tipo self service, y a dormir. Muy bien mi primer y único día en Teherán.

Un abrazo



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